Allá por el año de 1908 abundaban en la ciudad de Puebla los llamados Montepíos (casas de empeño). Manejadas por usureros, entre ellos el señor Villa, conocido como “Horta”. Un hombre calvo, bajo y rechoncho con mucho vello en el cuerpo y extremidades. Adoraba llevar las manos repletas de gruesos anillos engarzados de piedras preciosas. Y junto a su esposa “La gangosa”, se encargaba de un Montepío.
Jamás se le conoció alguna obra piadosa por lo que frecuentemente se escuchaba a los transeúntes decir: –“¡Qué Dios te seque la mano!”- al pasar frente a su negocio.
EL AUTOR: ANTONIO CENIZA
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A principios del siglo XX la ciudad mexicana de Puebla estaba bajo el gobierno de Porfirio Díaz. Durante una época de relativa bonanza económica, en la que las diferencias entre ricos y pobres se hacían cada vez más profundas, prosperaban los negocios de empeño (montepíos) y la usura se llevaba al extremo. Cualquier pertenencia que las gentes humildes pudieran vender era comprada por los usureros a precios muy bajos, y cualquier cosa estaba a la venta debido a la cada vez más grave situación de los pobres. El más próspero de los usureros era el Señor Villa, al que todos los habitantes de Puebla conocían como Horta.
Horta tenía la fama de ser un hombre en extremo avaricioso y egoísta, y para él los negocios estaban por encima de cualquier necesidad de sus semejantes, y quizás ese fuera el secreto de su riqueza. Su aspecto físico no era precisamente el de un Adonis: era bajito, calvo, sobrado de peso y con todo el cuerpo recubierto de abundante pelo.
Normalmente se paseaba por la ciudad adornado de suntuosas joyas, lo que provocaba el malestar entre los menos favorecidos, quienes solían maldecirle con la frase “Que Dios te seque la mano“, por la cantidad de anillos que solía llevar en ella.
El día que falleció, comenzó a correr el rumor de que Dios le había castigado pero no en vida, sino tras ella. Tiempo después un sepulturero afirmó haber visto una rechoncha mano solitaria, cubierta de vello y enjoyada, trepando por los muros del cementerio de San Francisco. Los habitantes de Puebla no tardaron en relacionarla con el fallecido y odiado Horta, y se comenzó a hablar del retorno de la “mano de Horta“, y cada vez eran más los testigos que afirmaban haberla visto aquí o allá.
Pero no se trataba de una simple manifestación, sino que algunos dijeron que habían sido atacados por ella, o bien por estrangulamiento o tratando de clavar sus dedos en los ojos de la víctimas.
Curiosamente, la Mano de Horta fue vista durante algunos años más pero de pronto y sin motivo aparente desapareció, y desde entonces nadie ha vuelto a verla ni a hablar de ella en todo México.
Aclaración sobre la Leyenda: La leyenda que acabáis de leer es la versión de la Mano Peluda que se originó en el Porfiriato, muy poco antes de la Revolución Mexicana. En varios países latinoamericanos la gente ha escuchado hablar de la Mano Peluda. Las versiones de la leyenda son muchas; pero, en México, es tan conocida que ella y un famoso programa radiofónico (en que se cuentan historias de terror) comparten el mismo nombre.
La Mano Peluda también se conoce como “Mano Pachona”, “Mano del Diablo” o “Mano Negra”. Las teorías sobre su origen son diversas: es la mano cercenada de una bruja, la mano de un joven que se masturbaba excesivamente (recuérdese el mito popular de que le crecen pelos en la mano a quien se masturba mucho), la mano de un obrero cortada en un accidente, la mano del mismo Diablo en busca de víctimas, etc…
En cuanto a la supervivencia de la leyenda, quizá la razón principal esté en la utilidad que tiene para asustar a los ingenuos niños pequeños cuando se portan mal. “Te va a llevar la Mano Peluda”, “te va a jalar el pie mientras duermes”, “te va a coger la cara y a arrancarte los ojos si no te comportas”: esas y otras declaraciones similares suelen expresársele a los pequeños, y hasta es posible que, más de un padre o de una madre, haya intentado dar confiabilidad a la historia empleando una escoba con un guante por la noche…
Los lugares en que la Mano Peluda aparece son muchos: debajo de la cama y de los muebles, o en el inodoro, esperando a que la víctima haga sus necesidades para salir y darle un buen susto… Si se trata de la versión en que es la mano que un obrero perdió en un accidente y ahora busca venganza, la Mano Peluda puede aparecer en fábricas, en vías de tren abandonadas o, por qué no, en una de esas siniestras obras de construcción abandonadas… Por último y si pensamos que es la mano del Diablo, podría aparecer escalando algún muro, trepando como una maléfica y enorme tarántula en busca de alguien que merezca saborear un anticipo del Infierno y sus tormentos…
FDO: ANTONIO CENIZA
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