Voy a hablarte de una moda, o más que una moda una tradición. Porque el Kuman Thong tiene una larga historia dentro del budismo o más concretamente, del budismo que se practica en Tailandia. Y te aseguro , que es realmente aterrador…
EL AUTOR: ANTONIO CENIZA
©CENIZA777
Empezaremos comprendiendo un poco más lo que significa Kuman Thong. Este término hace referencia a una divinidad del hogar del pueblo tailandés. Se dice que trae la buenaventura en el hogar, la riqueza, la suerte y el equilibrio.
Ahora bien, esa divinidad es en realidad un niño, «un niño dorado» o en su esencia, el alma de una criatura fallecida. En la antigüedad o en los pueblos muy tradicionales del país se utilizaban fetos disecados, cuerpos de criaturas que no habían llegado a término, y que un brujo utilizaba para invocar a su vez almas de niños fallecidos. Eran reclamos. Recipientes huecos que podían albergar la esencia vital de infantes que estaban en el otro lado.
Los tailandeses no son ajenos a la suerte y tienen un peculiar amuleto llamado Kuman Thong o “chico dorado”. Al igual que el maneki-neko o, como lo conoce todo el mundo, el gato que mueve la mano (también el gato de Mixta), favorece la economía de su dueño. Sin embargo, debes aceptar la responsabilidad de cuidarlo.
(FOTOGRAFÍA SUPERIOR: Réplica de Kuman Thong)
El problema reside en que para fabricarlo hay que extraer un feto del vientre de su madre y tostarlo mientras el nigromante realiza los cantos para unir el espíritu del niño con el cadáver. Cuando termina el ritual, se le cubre de laca y pan de oro.
Por esa razón se le llama “chico dorado”. Anteriormente se le aplicaba también una sustancia llamada Nan-man phrai, que se obtiene pasando una vela por debajo de la barbilla de una embarazada muerta y recogiendo el aceite que cae.
(FOTOGRAFÍA SUPERIOR: Mural de Khun Phaen y su esposa)
El origen de este amuleto proviene de la novela del siglo XIX del poeta Sunthon Phu “Khun Chang Khun Phaen”. En él, Khun Phaen, un soldado de alto rango de la era Ayutthaya y próximo al rey, se gana el favor de un poderoso hechicero. Este le ofrece la mano de su hija, pero Khun Phaen descubre que está embarazada.
El soldado y el hechicero discuten y este decide matar a Khun Phaen obligando a su hija a envenenarlo. Khun Phaen la descubre y la mata, sacando el feto y llevándolo a un templo, cubriéndolo en telas sagradas y tostándolo al fuego mientras reza hasta que solo queda una fina piel adherida al esqueleto. Al final del ritual, el niño abortado se convierte en un fantasma que puede hablar con Kkun Phaen, convirtiéndose en una especie de espíritu guardián.
(FOTOGRAFÍA SUPERIOR: Efigies de Kuman Thong en un templo en la provincia Ratchaburi)
A pesar de su origen ficticio, el Kuman Thong caló hondo en las costumbres del sur de Tailandia. La costumbre requiere que se le construya un pequeño santuario donde se colocará el amuleto. Como niño que es, hay que alimentarlo y darle de beber. Como alimento prefiere las cosas dulces, como los caramelos y las galletas, pero solo bebe Nam-daeng, una bebida roja producida a partir del fruto de la Salacca wallichiana. También es normal darle juguetes. Cuando ya no lo necesitan, lo llevan al templo para que, con un ritual, se libren de la obligación de cuidarlo.
(FOTOGRAFÍA SUPERIOR: Fruto de la Salacca wallichiana )
El proceso para llevar a cabo tal tarea también resultaba algo «espeluznante». Se llevaba al feto a un cementerio, y allí, se invocaba al Kuman Thong, el niño dorado. Una vez esa alma entraba en el interior de esos restos humanos, el brujo los sellaba con una especie de laca de color reluciente.
Te preguntarás también qué se hacía con ellos. Bien, esos fetos disecados se colocaban en un espacio distinguido de la casa, para que las personas interactuaran con ellos como si fueran niños vivos. Les hablaban, les hacían preguntas… Los hacían «presentes» para que les otorgase la suerte.
Todo lo que te acabo de explicar hacía referencia a tiempos pretéritos, o al menos así se creía. Porque la realidad parece ser muy distinta, y porque a día de hoy, aunque no lo creamos, se ha puesto en práctica una moda que está adquiriendo mucha trascendencia: la de vender muñecos de apariencia muy realista donde se supone, va incluida el alma de un niño.
La artífice de esta idea recuperada del pasado es una mujer: Mananya Boone. Según ella misma nos explica lo que en primer lugar debemos hacer es elegir la muñeca que más nos agrade. El vendedor la reserva, la aparta y la prepara para recibir un rito, un rito muy especial en el cual invocar a una serie de dioses hindúes que harán de mediadores para traer el alma de un niño que a su vez, desee introducirse en la muñeca elegida.
El último paso, es sencillo y requiere mucho cariño. Quien «adopte» a este muñeco debe cuidarlo, atenderlo, cepillar su cabello, adornarlo y ponerle bisutería. Se trata de humanizar al muñeco portante de un alma humana para que se sienta agasajado, honrado y reconocido.
Si esa alma se ve atendida, ofrecerá suerte y bonanza al hogar que lo acoja. Ahora bien, en ningún momento debemos dejarlo de lado olvidado, no vale situarlo en una estantería para dejar que el polvo del olvido se adhiera a él… Porque de lo contrario, esa alma infantil puede enfadarse. ¡Hay que tener cuidado!
FDO: ANTONIO CENIZA









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