Probablemente muchos de vosotros ya hayáis oído hablar de Ochate y su leyenda. Libros, reportajes, prensa y programas de televisión han tratado la historia de este pueblo, directamente ligada a fenómenos paranormales.
Aquí voy a contar , los sucesos que sitúan al municipio como uno de los enclaves más misteriosos de nuestra geografía: OVNIS, epidemias, desapariciones, psicofonías… completan un pasado de horrores. Atreveros a leer, para después juzgar y por qué no, visitar.
EL AUTOR: ANTONIO CENIZA
©CENIZA777
Situado en el condado de Treviño, a pie entre Burgos y Vitoria, el pueblo se presenta como un lugar absolutamente muerto. Apenas existe vegetación, los árboles los contamos con los dedos de una mano y sus ramas no tienen hojas. En cuanto a edificaciones, solo queda la Torre, las paredes de la ermita de Burgondo y alguna casa derruida. El panorama es terrible. Devastador. Así es a primera vista Ochate, cuyo nombre en euskera antiguo se traduce como, “puerta del frío” o “puerta secreta”.
Nos situamos a mediados del siglo XIX, que es cuando el pueblo empieza a sufrir extraños acontecimientos. Todo comenzó, en forma de epidemias…
Tres fueron las epidemias que devastaron el pueblo de Ochate, quedando solitario y engullido por la naturaleza. Más tarde se vivieron diferentes avistamientos y luces en el cielo, extrañas desapariciones, escabrosas voces que rompían el silencio, densas nieblas que emergen en el despoblado, sombras antropomorfas, suicidios… así es Ochate, el pueblo maldito… ¿o no?
Epidemias:
Terribles. Con apenas 3 – 4 años de diferencia entre cada una. Terminaron con casi todos los habitantes del lugar. Lo más extraño de éstas, es que solo sucedieron en Ochate, ninguna comarca, pueblo o ciudad cercana las sufrió.
La primera ocurrió en 1860, con la viruela como protagonista. Dejó al municipio con apenas 10 habitantes.
Cuatro años después, cuando el lugar volvía a crecer demográficamente llegó el tifus. Por último, en 1870 el cólera remata a la comarca, dejándola sin vidas.
Viruela, tifus y cólera en apenas 10 años y en un único y mismo lugar.
Además, si quedaba alguien aún con vida, desaparecía…
La verdadera historia de Ochate:
Para encontrar la primera referencia escrita sobre Ochate nos tenemos que remontar hasta el año 1025, donde se muestra en el documento de la “Reja de San Millán”, con el nombre de Gogate.
Se tienen evidencias medievales de una ocupación anterior, gracias al descubriendo de una necrópolis (siglos IX-X) próxima a Ochate. Ésto no es novedoso en el Condado de Treviño, recordar que en el pueblo de Laño tenemos las cuevas eremíticas de Las Gobas y Santorkaria.
(FOTOGRAFÍA SUPERIOR: Necrópolis cercanas a Ochate)
Gogate estaba localizado al oeste del actual Ochate, en una zona llamada Alto de San Pedro y muy cerca de la necrópolis medieval. Un punto estratégico por el cual transcurría la antigua Ruta del Vino y el Pescado, un camino comercial que unía la Rioja Alavesa con el mar Cantábrico.
La siguiente mención la encontramos en la “Nómina Calagurritana” (1238-1257). Aquí ya adopta un nombre distinto, Chochat.
Pocos años después, en 1295, Chochat será abandonado durante más de doscientos años. Hasta que en 1522 vuelve a ser ocupado por varias familias. El pueblo de Chochat se convierte ahora en el actual Ochate, cambiando también su ubicación al margen contrario del pequeño arroyo. Es ahora cuando se construye la nueva iglesia de San Miguel Arcángel, actual torre que todavía queda en pie.
Se cree que la bonita portada de San Miguel Arcángel, ahora instalada en la iglesia de Uzquiano, no procede de la iglesia de Ochate, sino de un templo anterior, la ermita de San Pedro de Chochat. Y las familias que construyeron San Miguel utilizaron ésta portada como decoración de su nuevo templo.
A principios del siglo XIX se abrió el nuevo Camino Real Nuevo de Vitoria Laguardia, dejando a Ochate fuera de éste importante trazado mercantil. Esto fue el comienzo de su fin. Poco a poco el pueblo fue perdiendo importancia y los habitantes se acabaron desplazando a pueblos cercanos como Imíruri.
Es cierto que Ochate estuvo afectada por la pandemia de gripe española en 1918, pero solo hay constancia de una muerte. Nada que ver con las tres epidemias que apunta Muguruza.
El último caso que dio fin al pueblo maldito fue el asesinado impulsado por Jacinto Ramírez. Jacinto era una persona agresiva y algo desequilibrado lo que provocó que varias familias del pueblo abandonasen el lugar. Pero es en 1936 cuando Jacinto asesina a otro pastor en una de las viviendas de la aldea. Es así como Eusebio, único habitante de Ochate, decidiese marcharse. El pueblo fantasma ya es una realidad.
(FOTOGRAFÍA SUPERIOR: Vivienda donde Jacinto Ramírez asesinó al pastor)
La ermita de Burgondo
En el alto de una pequeña colina, al este de la iglesia de San Miguel, aún podemos ver los restos de lo que fue la ermita de Burgondo. Un lugar muy importante en aquella época, hasta el punto de que tenía su propia Cofradía. Hoy día, cada 15 de agosto se sigue celebrando en éste lugar la romería.
(FOTOGRAFÍA SUPERIOR: PINTADAS EN LA ERMITA DE BURGONDO)
Hay otro hecho que se sumó al misticismo del lugar. En el verano de 1947 tuvo lugar una fuerte tormenta, siendo la ermita de Burgondo azotada por un rayo. Victor Moraza, vecino de Imíruri, contemplo el suceso y acudió inmediatamente al templo. Entre los restos, Moraza encontró un medallón con la imagen de una Virgen, objeto que seguramente fue dejado allí durante su construcción. El medallón de Burgondo se reparó y actualmente vuelve a su lugar de origen cada 15 de agosto, durante la romería.
El párroco desaparecido, Antonio Villegas
Antonio Villegas era un joven párroco destinado a Ochate. Su ilusión era ejercer en su pueblo natal, por lo que permanecer en ésta pequeña aldea no era de su gusto. Tras varios intentos de pedir un cambio de destino, finalmente Villegas acabó desapareciendo a finales de 1871.
Se supo en varias ocasiones, a través de una carta escrita por Villegas al cura de Imíruri en 1872 y una investigación por parte del obispado de Calahorra en 1885, que Villegas se había establecido en Brasil junto a su antigua sirvienta, de la cual estaba enamorado.
Con estos datos se rebate por completo la historia de Muguruza, que sostenía que Antonio Villegas había desaparecido en 1868 mientras acudía a la ermita de Burgondo. Como puedes observar, tampoco coinciden los años de la desaparición.
Dando un salto en el tiempo, el 20 de agosto de 1970, un agricultor, de nombre Juan Peché, desapareció repentinamente. Dejó aquella mañana la comida a medio hacer. Nadie volvió a saber nada de él.
Ese mismo día, F. Amestoy, también agricultor, fue encontrado en el sendero que lleva al pueblo, totalmente calcinado. Se habló del primer caso de combustión espontánea.
Ante estos hechos, los habitantes de las villas cercanas sufrieron auténtico pavor, al ver como en Ochate, de una forma u otra, la historia acababa con toda vida humana.
La situación empujaba a investigadores de lo paranormal a visitar el pueblo. Y con ellos, se dieron a conocer distintas psicofonías, pero una vez más, con terribles consecuencias…
Psicofonías:
Las más reconocidas son dos. La primera data de 1980, en la torre del pueblo. Una voz de un niño dice claramente “Kanpora”, palabra vasca que en castellano significa: “fuera”.
La segunda, recogida en 1987 en el mismo lugar. Una mujer anciana pregunta: “¿Qué hace la puerta cerrada?”
Ambas psicofonías fueron captadas por el mismo grupo de investigadores, con Alberto Fernández a la cabeza. Pero de nuevo la desgracia se turna en protagonista. Alberto fue encontrado asfixiado en su coche la noche en que recogieron la segunda psicofonía, en 1987. Aquel suceso marco a sus compañeros, quienes aseguraron volver a ver a su compañero…
Imágenes y apariciones:
Porque meses después de su muerte, los compañeros de Alberto Fernández afirmaron ver en un pequeño hueco en un cobertizo de la torre del pueblo, una imagen de rostro humano con nariz aguileña y barba, que rápidamente reconocieron como la cara del difunto Alberto Fernández.
En ese mismo año, un joven radioaficionado, Mikel Colmenero, afirmó ver seres humanoides. Ocurrió una noche en la que él y varios amigos se disponian a probar su nuevo equipo de grabación. Mikel decidió alejarse de sus compañeros con el equipo encendido y tras él escuchó pasos. Diciéndose a sí mismo en voz alta “aquí no hay nadie” se giró y observó, contado por boca del propio protagonista, dos seres de más de 2 metros de altura sin rostro y ropa ceñida que le acompañaban en el camino. Huyó y al reunirse con sus amigos, llegó la mayor prueba, pues en la grabadora que llevaba consigo se había registrado un audio que decía: “yo sí estoy”, contestando así a su afirmación “aquí no hay nadie”.